MI BLOG DE COCINA

martes, 29 de marzo de 2016

EL CHANDALISMO

Hola:

La idea de este post me la ha dado un primo que se ha ido a vivir  un barrio “castizo” de Madrid.  Hablando con él, me comentó que estaba sorprendido del número de personas, que se encontraba por la calle, vestidas con “chandal” y, al fenómeno en cuestión, lo llamó “chandalismo”. Me gusto la palabreja así que ahí va mi comentario.

Seguramente pisaré algún que otro callo pero…….. ¡así están las cosas!. ¿Quién dijo miedo?.

Por definición, el chándal, es una vestimenta deportiva diseñada para llevar encima del típico pantalón corto y camiseta que se usa para, por ejemplo, correr. Sin embargo, es un fenómeno de todos conocido que cada vez más gente lo usa para salir el domingo a dar una vuelta, en la que el máximo ejercicio que hace, es ir  comprar el periódico y luego a tomarse unas cañas.

Por cierto, me viene a la mente la famosa canción de Martirio que decía algo así como “Con mi chándal y mis tacones….” y también un polémico artículo (por el que recibió más de una bofetada dialéctica) de ArturoPérez Reverte en el que decía que tenía la sensación, aunque no fuera verdad, que la gente que llevaba chándal olía a sudor.

Este fenómeno, que era patrimonio de la gente menos acomodada, se está extendiendo y ahora podemos ver chandals “de marca” (de los que valen cientos de euros) paseando tranquilamente por las calles más céntricas de las ciudades.

Yo reconozco que soy un nostálgico incurable de la elegancia perdida y de la buena educación, no ya perdida sino olvidada, así que no puedo por menos que ver en esta “chandalización” una prueba más de la decadencia moral que está viviendo nuestra sociedad.

Eso, junto con la moda (que nunca entenderé) de los pantalones vaqueros rotos por todas partes, me indica que hay una tendencia a la chabacanería que se está imponiendo y no olvidemos que, la chabacanería, es lo contrario de “la clase”.

En fin, que debe ser que mi clasismo se está tornando en paranoia pero, y lo siento, yo cada vez que veo un chándal por la calle, me cambio de acera ¡no vaya a ser que se me pegue algo!.

Un saludo “por la elegancia”,


Esteban