Hola:
¡Una de cal y otra de arena!... o sea un post de actualidad
por otro de “interés humano”.
Os cuento.... Ayer,
desde mi ventana y mientras practicaba el noble vicio de fumar (menos mal que
mi esposa lee poco mis posts), vi a una parejita de adolescentes haciéndose
arrumacos en una boca de metro. Lo de “arrumacos”, claro está, es un eufemismo
de lo que, en inglés, se llama “petting and necking” y que en castellano viene
a ser, más o menos, “pegándose un magreo que te cagas”.
La verdad es que lo estaban haciendo de una manera muy
disimulada por lo que no tengo nada que objetar (y si hubiera sido de otra forma, tampoco,
¡Qué quede claro!) pero me dio que pensar en las diferentes formas en las que
las personas vivimos el amor dependiendo de la edad. Claro está que todo lo que
voy a decir a continuación no es más que una opinión…..
Y fijaros que, en ningún momento, voy a hablar de sexo. El
sexo, no tiene que ver con la edad sino…. ¡con otras cosas!.
Yo definiría el amor, en la adolescencia, como “explosivo”. Está asociado con una revolución hormonal que
lo hace impetuoso, irreflexivo, altruista, doloroso y …. maravilloso. El inicio de un amorío adolescente,
seguramente, es la cosa más bonita que te puede pasar en la vida pero también,
cuando se termina (y la mayor parte de las veces, así es) te produce un dolor
que, a veces, te deja marcado de por vida. La pegunta que definiría este amor
es ¿Qué te puedo dar?.
El amor, en la juventud, podría definirse como “interesado”.
No tiene ese componente de locura sino que, más bien, está asociado con la convergencia
de intereses y necesidades. Es menos puro pero más realista y, a menudo, más egoísta.
A menudo acaba en convivencia y, si llega a convertirse en algo más, puede ser
exitoso pero, desgraciadamente, cada vez más parejas se separan porque lo que
se basa en “intereses” tiene la costumbre de cambiar con el tiempo. La pregunta
que lo definiría es ¿Qué me puedes dar?.
En la madurez, el amor es, en mi opinión, el verdadero. Es cierto que la fogosidad de la adolescencia
se pierde, es cierto que desaparece el “picante” que da la búsqueda de intereses
comunes, es cierto que, a los ojos de los más jóvenes puede parecer más
aburrido pero tiene un componente que no tienen los otros dos y que es “la
amistad”. Dos personas que conviven
largo tiempo juntos, no dejan de estar enamorados pero, si siguen juntos, lo
más normal es que consigan “ser amigos” y eso…. eso es impagable. La pregunta en este caso es ¿Que nos podemos dar el uno al otro?.
¿Quién no ha añorado alguna vez el volver a sentirse como un
adolescente y temblar, como una hoja, ante el abrazo del ser amado?. Sin
embargo, puestos a elegir, yo prefiero tener a una amante y amiga, a la vez,
alguien que me dé seguridad, alguien a quien poder contar mis cosas, alguien
que me acompañe en el viaje de la vida o, como dicen en las bodas, “en la salud
y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza……”
Un abrazo “enamorado”
Esteban