MI BLOG DE COCINA

viernes, 2 de marzo de 2012

ENERGÚMENOS

¡Está claro! Me debo estar volviendo “rancio” con la edad. Y lo malo, por lo que me cuentan mis amigos, es que también me debo estar volviendo desmemoriado (por lo visto he olvidado lo que yo hacía cuando era más joven).
 
¿Qué no sabéis de que hablo? ¡Vaya por Dios! Eso es que también estoy perdiendo la capacidad de explicarme de manera clara y ordenada así que, empecemos por el principio …
 
Vivo en una calle céntrica de mi ciudad en la que el trasiego de gente en las madrugadas es bastante frecuente. No es que en la misma calle haya muchos bares, que alguno que otro si hay, sino que la gente que sale de una zona para ir a otra pasa por debajo de mi ventana.
 
El caso es que los fines de semana (y ahora también los Jueves, cosa que no entiendo demasiado) suelen pasar cuadrillas de energúmenos y energúmenas pegando alaridos o cantando, mal, pero a grito pelado.
 
Tengo la teoría, que voy a consultar con algún erudito en la materia, de que la ingesta excesiva de alcohol tiene efectos depresores del sistema auditivo porque, si no es así, no entiendo la necesidad de elevar el tono de voz hasta estos niveles.
 
Y por otra parte, y esto no es una teoría, lo que si tengo claro es que el alcohol, reduce claramente los niveles de educación, ya de por si muy mermados, de los adolescentes y no tan adolescentes, que ejercitan estas incívicas conductas.
 
¡Como me gustaría saber donde viven estos imbeciles desconsiderados! Si lo supiera, iría a su casa a las 12 del mediodía (hora en la que estarán seguramente durmiendo la mona) y me pondría a cantar a voz en grito un aria de Verdi…….. ¡para que se enteren de lo que es cantar mal!.
 
De momento, para salir del paso, me he comprado unos tapones de oidos en la farmacia y ahora el problema que tengo es que me cuesta oir el despertador por las mañanas por lo que, alguna que otra vez, he llegado tarde al trabajo. ¡No importa! ¡Les diré a los papás de los energúmenos que me ingresen parte de sus sueldos en mi cuenta! .
 
Un abrazo “somnoliento”
 
Esteban