Cambiando radicalmente de
tercio, hoy toca tema desagradable. El titular de hoy es: “Asesinado a tiros un policía sólo dos días después de que
el IRA Auténtico abatiera a dos soldados“. Creo que la
noticia no requiere mucha más explicación ya que el titular habla por si mismo
pero, de todos modos, diré que parece obvio que la facción de IRA que no
aceptó, en su momento, el proceso de paz, ha vuelto a las andadas después de un
largo tiempo de silencio.
Este tema, por supuesto, es
grave, doloroso y preocupante. A pesar de que las declaraciones del Sinn Fein
por un lado y las del Partido Unionista
Democrático por el otro, además de las del propio
gobierno de Londres, intentan trasmitir tranquilidad diciendo que el proceso de
paz es irreversible y no peligra por estos atentados, no cabe duda de que este tipo de hechos pueden volver a encender una mecha
que fue apagada pero no retirada.
Cuando concurren circunstancias
como las de este caso, a saber, diferencias religiosas, territorialidad (dos
naciones ocupando un mismo ámbito geográfico insular), violencia extrema
(muertos, torturas,…) y además el conflicto dura ya mucho tiempo (con lo que
varias generaciones han sido educadas en el odio), el conseguir una solución
definitiva no es solo un problema de buscar una fórmula que, más o menos,
satisfaga a todas las partes sino también hay que
dar tiempo al tiempo para que las heridas abiertas vayan cicatrizando.
Las personas no solamente se guian por “la razón (desgraciadamente diría yo)
sino también por los sentimientos. La razón les puede indicar que el acuerdo
conseguido es lo mejor para todos y que no hay otro camino, pero los
sentimientos no hacen más que recordarles sus muertos y sus agravios. Solo el
tiempo hará que la mecha no solo se apague del todo sino que desaparezca sumida
en el olvido.
El hecho de que todavía existan
personas, que no están dispuestas a aceptar lo que la mayoría ha decidido, es
absolutamente normal. Lo malo es que, cualquier persona y en cualquier momento,
puede asesinar de una manera relativamente fácil. Lo
importante es que el resto de las personas no se contagien de esta actitud y
sigan apostando por “la paz y la palabra” como medio para resolver los
conflictos.
Se trata de “un grupo de resentidos, instalados en el odio
irracional, que se niegan a olvidar los agravios del pasado y no tiene más fin
que el de perpetuarse” que siguen haciendo la vida imposible a sus
conciudadanos ¿os suena de algo?
Un abrazo “preocupado”,