MI BLOG DE COCINA

jueves, 5 de febrero de 2009

CRONICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

 
Ayer anuncié que, salvo catástrofe, iba a escribir sobre la Eutanasia. Es un tema “peliagudo” en el que, se mezclan de tal manera los sentimientos que, es muy difícil argumentar de una manera racional. Sin embargo, ¡nobleza obliga!, voy a fijar mi postura y ¡que salga el sol por Antequera!.

Tal como si dije, voy a usar como ejemplo el caso de Eluana Englara, la chica italiana de 38 años, en coma desde hace 12 años, cuyos padres han obtenido de la justicia el permiso para dejar de alimentarla artificialmente y que, en consecuencia, está destinada a fallecer a corto plazo. Eso si, la retirada de la alimentación asistida, estará coordinada con el suministro de medicamentos que impidan su sufrimiento (por lo menos así lo aseguran los médicos).

No voy a entrar en disquisiciones, que me parecen meramente académicas, entre la Eutanasia Activa, el Suicidio Asistido y la Eutanasia Pasiva. La única diferencia entre ellas es la participación o no de un actor externo pero la voluntad de morir del enfermo es la misma y eso es lo único que me importa.

No dilato más el dar mi opinión: Estoy totalmente a favor de que el enfermo tenga el derecho de decidir y estoy de acuerdo en que, en caso de que sea necesaria la participación de terceros, estos tengan el derecho a actuar o no actuar en función de su conciencia.

En lo que respecta al enfermo, no me valen los argumentos religiosos de ningún tipo y voy a explicarme. La religión es un tema “personal” y no admito que nadie intente imponer a otro su forma de vivir o morir en función de sus convicciones religiosas. Por una razón muy similar, no considero las convicciones éticas.

En lo que respecta al posible colaborador, si que tienen peso los argumentos de tipo religioso o ético. No considero aceptable que a alguien se le obligue a colaborar en una Eutanasia si sus convicciones son contrarias a este acto.

Como veis, yo el tema lo tengo muy claro. Solo tengo dos dudas que son importantes y para las cuales, desgraciadamente no tengo respuesta:

En el caso de que el enfermo esté incapacitado para decidir (por estar en coma, por tener perturbadas sus facultades……), ¿Tienen sus familiares el derecho a decidir por él?. No me siento capacitado para responder a esta pregunta, pero, para evitar este problema existe el “Testamento Vital” que considero que todos debiéramos hacer.

Normalmente, cuando se toma una decisión como esta es porque la vida se hace una carga insufrible (dolores, incapacidad…). ¿Qué pasa si la enfermedad que se está sufriendo puede tener cura en un futuro?. A esta pregunta, que tiene su miga, respondo que el enfermo debe ser informado claramente de sus situación y tomar la decisión por si mismo. Sin embargo, reconozco que me produce una desazón importante el pensar que alguien decida morir y, al día siguiente, se anuncie el descubrimiento de un remedio milagroso para su enfermedad.

El derecho a decidir sobre las cosas que afectan a uno mismo es, para mi, un derecho “inalienable”, quizás el único derecho realmente natural que tenemos y no creo que debamos permitir que nada ni nadie nos haga renunciar a él.

Un abrazo “por la libertad individual”,

Esteban