MI BLOG DE COCINA

miércoles, 8 de octubre de 2008

LA CRÍSIS AL DESNUDO


Todo el mundo habla de la crísis económica y yo no iba a ser menos. Además, aunque mi conocimiento de la economía no va mucho más allá del “regateo en un mercadillo”, me siento tan capacitado para hablar de ella como la mayoría de los tertulianos que salen en la TV o en la Radio (no hay más que escucharles un rato para darse cuenta de que tampoco tienen mucha idea) o que la mayoría de los economistas (que no hacen más que dar vueltas a conceptos vacíos que no suelen significar nada).

De hecho, si no recuerdo mal, la definición más clara de economista que he leído es aquella que dice: “un economista es aquel que, después de que pasan las cosas, encuentra mil maneras de explicar el porque han ocurrido”. O, si queréis que lo explique en formato chiste: “Un economista es alguien que sabe cien maneras de hacer el amor pero que no conoce a ningún hombre/mujer”.

Tal como yo lo veo, las “crísis económicas” son tan falsas como las “épocas de bonanza” ya que, la mayoría de las veces, no se basan en datos objetivos sino en expectativas irracionales. De hecho, que yo sepa, no se ha producido ultimamente ninguna catástrofe que haya reducido a 0 la producción de petroleo o que haya hundido la cosecha del cereal.

Es más, a veces me pongo suspicaz y he llegado a pensar que hay “poderes fácticos” que se encargan de manera cíclica de generar estas falsas crísis simplemente para poder “hacer limpieza” y, de paso, conseguir que El Estado, o sea todos nosotros, les demos más dinero para engordar aun más sus bolsillos.

Lo malo de todo esto es que, como ha pasado desde que el mundo es mundo, habrá mucha gente que sufra y muera (normalmente serán “los de siempre”) solo para que unos pocos coman mejor caviar y champan.

La receta para salir de la crísis me parece bastante fácil pero no la voy a decir aquí porque me arriesgo a que alguien me acuse de revolucionario y “no es cosa” pero lo que tengo claro es que la crísis se acabará cuando “ellos” quieran que se acabe y no antes.

Señores del Dinero: Por favor, váyanse a su isla en el pacífico, atiborrense de langosta y dejen en paz al mundo. No les necesitamos.


Un abrazo económico,

Esteban